Palabras de José Ángel Sánchez Abrines, presidente de la Asociación:
En este momento mágico en el que el sol se va ocultando tras el horizonte, se nos vienen a la memoria muchos momentos vividos en nuestras plazas de campamento durante la oración de la tarde.
“Junto a ti al caer de la tarde,
y cansados de nuestra labor,
te ofrecemos con todos los hombres,
el trabajo, el descanso, el amor”,
dice el espiritual negro que cantábamos mientras arriábamos las banderas.
Es el momento de encontrarnos solos en la oscuridad de la noche y rodeados de la naturaleza que no duerme.
Así en esta disposición buscamos en nuestro interior la fuerza para superarnos a nosotros mismo con la ayuda del Padre Creador.
Situándonos ahora, en el momento en que vivimos y conscientes de nuestras propias limitaciones, reivindicamos con voz muy alta, que nosotros no somos viejos, ni antiguos, ni torpes, ni más listos.
Somos militantes del escultismo y del guidismo que hemos vivido con intensidad nuestro paso por él y que estamos dispuestos a dar lo mejor de nosotros siempre.
Como decía Baden-Powell “oblígate a ti mismo a ver siempre el trazo luminoso que se oculta tras la nube más oscura y serás capaz de enfrentar un panorama sombrío con toda confianza”.
Somos dignos de confianza desde hace mucho tiempo.
Un papa muy scout Juan XXIII nos dejó un mensaje; “solo por hoy haré una buena acción y no lo diré a nadie”.
Reflexión con pasajes de la Carta Encíclica Laudato Sí del Santo Padre Francisco sobre el cuidado de la casa común:
202. Muchas cosas tienen que reorientar su rumbo, pero ante todo la humanidad necesita cambiar. Hace falta la conciencia de un origen común, de una pertenencia mutua y de un futu¬ro compartido por todos. Esta conciencia básica permitiría el desarrollo de nuevas convicciones, actitudes y formas de vida. Se destaca así un gran desafío cultural, espiritual y educativo que su-pondrá largos procesos de regeneración.
210. La educación ambiental ha ido ampliando sus objetivos. Si al comienzo estaba muy centra¬da en la información científica y en la concienti¬zación y prevención de riesgos ambientales, aho¬ra tiende a incluir una crítica de los « mitos » de la modernidad basados en la razón instrumental (in-dividualismo, progreso indefinido, competencia, consumismo, mercado sin reglas) y también a re¬cuperar los distintos niveles del equilibrio ecológi¬co: el interno con uno mismo, el solidario con los demás, el natural con todos los seres vivos, el es¬piritual con Dios. La educación ambiental debería disponernos a dar ese salto hacia el Misterio, desde donde una ética ecológica adquiere su sentido más hondo. Por otra parte, hay educadores capaces de replantear los itinerarios pedagógicos de una ética ecológica, de manera que ayuden efectivamente a crecer en la solidaridad, la responsabilidad y el cui¬dado basado en la compasión.
218. Recordemos el modelo de san Francisco de Asís, para proponer una sana relación con lo creado como una dimensión de la conversión íntegra de la persona. Esto implica también re-conocer los propios errores, pecados, vicios o negligencias, y arrepentirse de corazón, cambiar desde adentro.
228. El cuidado de la naturaleza es parte de un estilo de vida que implica capacidad de conviven-cia y de comunión. Jesús nos recordó que tene¬mos a Dios como nuestro Padre común y que eso nos hace hermanos. El amor fraterno sólo puede ser gratuito, nunca puede ser un pago por lo que otro realice ni un anticipo por lo que es¬peramos que haga. Por eso es posible amar a los enemigos. Esta misma gratuidad nos lleva a amar y aceptar el viento, el sol o las nubes, aunque no se sometan a nuestro control. Por eso podemos hablar de una fraternidad universal.
Renovación de la Promesa:
Puesta de Sol:
Convivencia.
202. Muchas cosas tienen que reorientar su rumbo, pero ante todo la humanidad necesita cambiar. Hace falta la conciencia de un origen común, de una pertenencia mutua y de un futu¬ro compartido por todos. Esta conciencia básica permitiría el desarrollo de nuevas convicciones, actitudes y formas de vida. Se destaca así un gran desafío cultural, espiritual y educativo que su-pondrá largos procesos de regeneración.
210. La educación ambiental ha ido ampliando sus objetivos. Si al comienzo estaba muy centra¬da en la información científica y en la concienti¬zación y prevención de riesgos ambientales, aho¬ra tiende a incluir una crítica de los « mitos » de la modernidad basados en la razón instrumental (in-dividualismo, progreso indefinido, competencia, consumismo, mercado sin reglas) y también a re¬cuperar los distintos niveles del equilibrio ecológi¬co: el interno con uno mismo, el solidario con los demás, el natural con todos los seres vivos, el es¬piritual con Dios. La educación ambiental debería disponernos a dar ese salto hacia el Misterio, desde donde una ética ecológica adquiere su sentido más hondo. Por otra parte, hay educadores capaces de replantear los itinerarios pedagógicos de una ética ecológica, de manera que ayuden efectivamente a crecer en la solidaridad, la responsabilidad y el cui¬dado basado en la compasión.
218. Recordemos el modelo de san Francisco de Asís, para proponer una sana relación con lo creado como una dimensión de la conversión íntegra de la persona. Esto implica también re-conocer los propios errores, pecados, vicios o negligencias, y arrepentirse de corazón, cambiar desde adentro.
228. El cuidado de la naturaleza es parte de un estilo de vida que implica capacidad de conviven-cia y de comunión. Jesús nos recordó que tene¬mos a Dios como nuestro Padre común y que eso nos hace hermanos. El amor fraterno sólo puede ser gratuito, nunca puede ser un pago por lo que otro realice ni un anticipo por lo que es¬peramos que haga. Por eso es posible amar a los enemigos. Esta misma gratuidad nos lleva a amar y aceptar el viento, el sol o las nubes, aunque no se sometan a nuestro control. Por eso podemos hablar de una fraternidad universal.
Renovación de la Promesa:
Puesta de Sol:
Convivencia.